domingo, 23 de mayo de 2010

¿Querido Papá?:

No sé cómo empezar a escribirte, no sé si decirte papá, si llamarte por tu nombre, poner “A quien corresponda”, o simplemente dirigir esta carta a un desconocido.

Desde que te fuiste, hay un pensamiento que no puedo borrar de mi mente. Siento una angustia que se apodera de mi ser, y un poco de culpa por sentir lo que siento. Desde que te fuiste, mi cabeza no para de maquinarse, de pensar y re pensar, y mi corazón no deja de sentir. Hay días en los que me siento con el corazón encogido, y hay días en los que explota de alegría.

Desde que te fuiste, la historia cambió por completo; una historia que yo puedo empezar a contar remontándome a veinte años atrás, pero que sé que viene desde mucho antes.

Siempre te consideré increíble, desde que di mis primeros pasos, hasta que intentabas hacerme entender cosas obvias –para vos- de física. Te admiraba, a vos, a tu inteligencia, a tu paciencia, a tus ocurrencias, todo lo que hacías, me hacía verte como un ejemplo de lo que yo quería ser cuando fuera grande, definitivamente eras mi ejemplo a seguir, eras el único capaz de tranquilizarme cuando me faltaba la respiración y me sentía morir, y el único capaz de hacerme entender cómo resolver un problema matemático. Creo que hasta antes de tu viaje, se podría decir que era el ejemplo vivo de un complejo de Edipo nunca curado.

Era conocedora de tus defectos, y sé que tenías muchos, pero los podía aceptar, así como también era conocedora de tus virtudes, que también eran muchas.

Verte media hora por día era suficiente para mí. Ser cómplice de tus chistes, entender tus miradas, tener códigos y compartir costumbres me hacían sentir la chica más feliz del planeta. Estábamos muy lejos de ser la familia Ingalls, pero para mí éramos la familia perfecta, la familia que me había tocado, y por la cual daría mi vida.

Claro que no todo es color de rosa. La vida golpea, y cuando lo hace, lo hace bien fuerte. Dudo que haya vacilado en golpearme, cuando un día, abrí los ojos y ya no estabas. Ni vos, ni tus cosas. Mamá, en ese momento, tratando de ocultar sus ojos llorosos y la tristeza, me dijo que te habías ido de viaje, aclarándome que era un viaje de ida únicamente, y nosotros teníamos terminantemente prohibido acompañarte o tener algún tipo de noticias tuyas. Vos estabas dispuesto a rehacer tu vida, sin dar ningún tipo de explicación, claro que no tenías por qué darlas, pero creo que me hubiese gustado conocerlas y saber tú versión.

A partir de ese día tu figura empezó a caer. Ya no eras “mi mejor papá”, ni mucho menos un ejemplo a seguir. Ese día empezaron a surgir verdades que explicaban muchísimas partes de la historia, que yo, inocente, nunca había sabido decodificar, y poco a poco, la idea de súper papá se fue desmoronando.

¿Qué clase de padre abandona a su familia? Supongo que habrás tenido tus motivos, pero ¿Eran tan fuertes como para olvidarte de nuestra existencia? Sé, por los huecos que logré llenar en estos veinte años, que no te costó en lo más mínimo alejarte, que era algo que venías planeando desde hace tiempo, y que no te costó en lo absoluto desprenderte de nosotros.

Tengo que admitir que me duele. Me duele que te hayas ido, claro, eras mí viejo, pero más me duele sentir lo que siento en este momento. Me duele sentir que no te extraño, que la vida sin vos es igual, porque en realidad, nunca pude vivir una vida con vos presente, me duele sentir que esa media hora nunca alcanzó, y que lo único que rescato es que me ayudaste con las materias numéricas que fueron, son y serán una gran dificultad en mi vida. Me duele hasta lo más profundo de mi corazón saber que por vos, yo ponía las manos en el fuego, mientras vos dejarías que me queme. Me llena de culpa pensar que te quise por obligación –por el lazo que nos unía- y no porque realmente te hiciste querer. Supongo y espero que me puedas entender, así como yo me carcomo la cabeza día y noche tratando de entenderte a vos.

Y tratando de entenderte, llegué a una conclusión que parece no querer irse de mi cabeza. No quiero vivir sabiendo que va a dar lo mismo, no quiero pasar por la vida desapercibida. Por más que no me guste resaltar entre la multitud, no quiero vivir sabiendo que solo voy a ser una persona más del montón, me gustaría marcar un antes y un después, no pido a nivel país, ni mucho menos a nivel mundial, me conformaría con dejar una huellita en la vida de alguna persona, poder marcar un cambio, y poder marcar en otro, lo que vos no marcaste en mí. Me gustaría ser un planeta, un sol, o una luna en algún universo, y no ser una estrella fugaz en todos.

Sé que ésta no va a ser la última vez que te nombre, así como también sé que a pesar de hacerme sentir que todo sigue igual, tu aporte de estrella fugaz me hizo replantearme varias cosas, y por eso, creo que te tengo que agradecer, por hacerme abrir los ojos, y saber que no quiero ser lo que fuiste vos para mí.

Por mucho tiempo estuve cerrada al amor, muerta de miedo por llegar a ser lastimada como vos nos lastimaste a nosotros, no estaba preparada para volver a soportar ese dolor desgarrador, y mucho menos dejar sangrar esas heridas, pero me decidí, y le di una oportunidad.

Empecé a salir con Benjamín, uno de mis grandes sostenes a lo largo del proceso de sanar la herida que vos abriste. No será un príncipe azul de esos que aparecen en las películas de Disney, ni la clase de chico con la que yo me imaginaba terminar, pero para mí sí es un príncipe, que me salvó de un gran dolor, no fue con un beso, ni combatiendo a un dragón, fue mucho más simple pero al mismo tiempo más complejo, me acompañó, me sostuvo bien fuerte para no dejarme caer, y me ayudó a enfrentarme a mis mayores miedos, y así como él está marcando de a poco esa huella de la que hablé antes, sé que yo puedo marcarlo a él.

Aunque dudo que alguna vez leas esto –por más que sepa cómo hacerte llegar la carta, no sé si quiero- me pareció importante que supieras algunas cosas de mi vida, por si en algún momento decido mandarte esta carta, que sepas que soy feliz, y que si en algún momento pensás volver, cosa que dudo, estoy dispuesta a escucharte, a conocer tu historia, de principio a fin, pero no sé si estoy dispuesta a volver a abrirte las puertas, porque no sé si voy a poder soportar el dolor de la caída, una vez más.

Espero, de corazón, que vos estés bien, que hayas empezado de cero y con el pie derecho, y que no te vuelvas a equivocar, porque podés lastimar a muchísima gente.

Gracias por ayudarme a crecer, un poco de golpe, y a convertirme en la persona que soy ahora, un poco cerrada e insegura, pero dispuesta a darle una mano a quien sea, gracias por hacerme aprender a encontrar a las personas a las que verdaderamente quieren darme la mano, y por hacer que todos los demás golpes duelan como si apenas fueran un rasponcito.

Que te vaya bien en tu nueva vida.

Camila

2 comentarios:

  1. Te voy a pedir disculpas porque no puede terminar de leerlo. Creo que hoy no es el dia. Ya podre leerlo de un tiron.
    Y es que, hasta llegue a pensar que hablabas de mi. Porque hasta la mitad del escrito que es lo que lei, es exactamente igual a lo que me sucedio a mi. Hasta usaste la frase "familia ingals" que tambien asi llame varias veces a lo que pense que era mi familia hasta que el se fue. de un dia para el otro.
    Yo se lo que es "maquinar" cada vez que te subis a un colectivo, que caminas en la calle, que bajas de un avion, que doblas la esquina, y pensar que es el, pero siempre es otra persona.
    Este asunto apenas lo he hablado conmigo mismo, y aun me persiguen esos fantasmas del pasado que quieren hacerme caer en una realidad que negue durante mucho tiempo. Me sorprende lo que hasta aqui he escrito. Por eso me disculpo por no haber terminado de leer el texto, prometo hacerlo pronto. Algunas cosas se hacen a su tiempo, para encontrarles el sabor adecuado.

    Criticas? negativas imposible. Este blog se escribe desde la franqueza del corazon. Felicitaciones y comprension es lo unico que tengo.

    Note que no te sigo. Qué error!
    Un gran saludo en la lejania.

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  2. Me hiciste llorar.
    Escribís cada palabra desde lo más profundo de tu alma, puesto a que me dejás sin nada que decir.
    Se te nota una fortaleza increíble, a pesar de todo, y te felicito por eso.
    Un beso grande.

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