¿Cuánto tiempo, no? Después de tantos calendarios me animo a volver a escribirte desde una posición completamente diferente. Esta vez te escribo con una sonrisa en la boca y no con un nudo en la garganta.
A veces
el tiempo no cura todo, pero sí merma las aguas. Hoy ya no dudo de la manera en
la que te tengo que llamar, ya no dudo de lo que siento, ni de lo que debería
sentir. Bueno, en cierta parte. No tengo dudas en lo que a vos respecta.
Sí,
sigue siendo una herida que no se cierra, creo que es de esas cosas que el
tiempo no cura, pero por lo menos no lastima. Si me esfuerzo un poco, hasta te
puedo ver sonriendo, donde quiera que estés ahora.
Ya sé
que perdimos el contacto por completo, pero entendí que no fue tu culpa y
tampoco fue la mía. Te aclaro que hace rato entendí que no hay culpables en
esta historia, pero hace poco junté el coraje suficiente para aceptarlo. Suele
ser más fácil echarle la culpa a alguien. Pero sé que la salida más fácil es la
que menos nos deja, y no puedo permitirme quedarme con nada.
Como te
dije, ya no tengo dudas. Sé que te quiero, que te quise y que te voy a querer.
Hoy y siempre, sin importar que tu imagen se me haya venido abajo. Nadie es
perfecto, mi error probablemente fue creer que vos sí lo eras. Y te pido
perdón. También te perdono, vos sabrás.
¿Quién
iba a decir que las cosas iban a cambiar tanto? La felicidad no es eterna, pero
hoy estoy feliz. Hoy sonrío y te digo que te quiero. También te digo que no me
arrepiento de la primera carta, no me arrepiento de sentir. Quizás no fue la
mejor forma, pero fue mi mejor forma.
Tampoco
me arrepiento de lo que escribí, al contrario. Me alegra saber que hoy, viendo
las cosas de otra manera, las cosas cambiaron de forma. Me alegra saber que hoy
puedo escribirte esto sin verme obligada a nada.
Me
sonríe el corazón cuando me doy cuenta que puedo darme el lujo de extrañarte
sin sentirme abandonada o dolida. Me agarra nostalgia, sí, pero hoy te recuerdo
con una sonrisa y para mí es un avance inmenso.
Soy una
montaña rusa de sensaciones, vos lo sabés mejor que nadie, y aunque me haga la
boluda, hay fechas que todavía me desestabilizan. Tu cumpleaños se me escurrió
de las manos, no me pasó inadvertido, pero no lo sufrí, y ahora se me viene
encima el día en que sacaste tu boleto de ida y por primera vez (espero que sea
la primera vez de muchas), no me aplasta.
Habrá
que ver qué digo dentro de unos días, o cómo me siento. Todos sabemos que soy
de las que siempre (dicen que) están bien, eso lo heredé de vos, creo.
Hace
tiempo quería escribirte, o hablarte, o sentirte cerca, y hoy se dio. Te me
estás apareciendo demasiado, sin querer queriendo, y supe que era el momento
ideal. Quizás sea bueno que empiece a hacer esto cada tanto, cuando lo
necesite.
Esta vez
es más por mí que por cualquier otra cosa. Escribirte me hace bien, me hizo
bien, desde siempre. Es la razón por la que hoy puedo ver las cosas desde otro
lugar, es lo que me recuerda cómo me sentía y lo que me hace estar segura de
cómo me siento.
Esta vez
la huella la quiero dejar en mí, sin importar si esto te llegará alguna vez.
Tampoco me importa si suena egoísta. Cada tanto es bueno pensar en uno mismo y
este es mi momento y lo quiero disfrutar.
Aunque
todavía me falten golpes, caídas, y crecidas, hoy te sonrío y espero que vos
también estés sonriendo, desde donde quiera que estés en este momento.
Camila.