miércoles, 6 de enero de 2010

The game

La vida es como un juego. Hay niveles, con diferentes grados de dificultad. Hay algunas cosas que nos dan pistas de lo que puede llegar a pasar. Hay obstáculos. Hay sorpresas. Hay personas que nos ayudan, otras que nos complican las jugadas. Hay misterios, dudas. Pero hay una gran diferencia entre vivir, y jugar: No hay instrucciones para vivir, sino que tenemos que aprender por nuestra cuenta.


Easy


Stage 1



Mientras que todos sus compañeros se volvían locos pensando qué carrera estudiar, ella ya estaba segurísima de que quería ser psicóloga. A cada persona que le preguntara qué carrera iba a seguir, ella respondía, sin vacilar y con una sonrisa. Si a lo largo de sus diecinueve años había dudado entre seguir o no esa carrera, nunca nadie se había enterado. Y no es que fuera una chica llena de certezas, todo lo contrario, pero ser psicóloga era algo que había soñado desde que tenía memoria y no tenía ninguna duda al respecto.

La tercer llamada de su madre para decirle que tenía que levantarse, la hizo salir de la cama y empezar a arreglarse para un largo día. Se dio una ducha rápida para poder despabilarse, y después de elegir minuciosamente la ropa con la que iba a ir a la facultad, preparó su bolso. Cuadernos, cartuchera, billetera y celular eran cosas que, definitivamente, no le podían faltar. Con su buen humor de todos los días, fue a la cocina para desayunar y reírse un rato junto a su madre. El tiempo se había pasado volando, y para cuando se quiso acordar, era hora de salir directo a la universidad.

La mañana había empezado con la clase de Estadística, que parecía ser interminable, aunque no sabía muy bien si era por culpa del profesor, que tenía menos onda que un renglón Rivadavia, o si era porque su mejor amiga le acababa de mandar un mensaje diciéndole que tenía una propuesta para hacerle, y la había hecho parecer tan importante que la duda le estaba carcomiendo el cerebro.

“Para: Marchu
Mensaje: I hate you Bitch! Me muero de intriga y encima el profesor este es más aburrido que jugar al solitario de la pc, un viernes a la noche”


Estefanía Rinaldi odiaba las sorpresas, o mejor dicho, odiaba que la dejaran maquinándose sobre qué podría llegar a ser la sorpresa, y su amiga lo sabía más que nadie, pero siempre le hacía ese tipo de cosas. Lo que más le molestaba, era que las cosas que su amiga se traía entre manos, siempre terminaban dándole más de una sorpresa, y esta vez no iba a ser la excepción.

Después de otra hora interminable, por culpa de su mejor amiga, subió a su auto para poder dirigirse al bar al que iba a almorzar todos los jueves, junto con Marianella. Y como siempre, la chica de baja estatura y pelo oscuro, la esperaba en la tercer mesa al lado de la ventana, mientras charlaba con el chef del bar, de quien que ya se habían hecho grandes amigas.

-¡Morcillita!-Gritó emocionada como si no se hubiesen visto en años, haciendo que la morocha se levantara para saludarla.

-¡Escarbadientes!-Respondió su mejor amiga con la misma alegría y efusividad que la castaña.

Ya nadie se sorprendía o las miraba raro por el escándalo que hacían cuando se veían, todos se habían acostumbrado a los encuentros entre las dos jóvenes. Estefanía saludó, prácticamente, a todos los que estaban en el bar, y se sentó junto a su amiga, mientras esperaban la comida.

-Más te vale que me cuentes ya cuál es esa propuesta porque tengo un…saquito de sal-Dijo después de mirar un rato los objetos que había en la mesa-Y lo sé usar.-La amenazó, apuntándola con el saquito de sal, y frunciendo el ceño, haciendo que su amiga se echara a reír.

-¿No te estarás zarpando un poquito con el saquito de sal? Ya es como demasiado peligroso…-Respondió Marianella, sin aguantar la risa.

-¡Basta de reírte y contame ya!

-Bueno, bueno, perdón-Se disculpó, y siguió hablando-Resulta que ayer a la tarde salí a caminar, y nos anoté para preparar obras para nenes chiquitos que tienen pocos recursos.

-Tranquila vos eh, aunque yo no encuentro la propuesta, si ya me anotaste…

-¡Bueno che! Es una buena causa, además no me podés decir que no, yo sé que tenés una debilidad por los nenes chiquitos, y es una buena manera de llevarles un poco de alegría, además los ayudamos un poco con la escuela, jugamos un rato, merendamos juntos y nos volvemos.

-Ay sí, ¡Me encanta la idea!-Confesó llena de alegría Estefanía, mientras se imaginaba rodeada de chicos jugando y riendo.

-La onda es que nos tenés que pasar a buscar…-Empezó a decir la morocha, y la cara de Estefanía pasó de alegría a la confusión total-Sí, tenés, porque Rama también va, pero se le rompió el auto, cuando lo arreglen me lleva él y vos no tenés que dar tantas vueltas, es sólo por este sábado…

-¿Rama? ¡No me digas que dejaste al Pela y no me contaste nada!-Gritó escandalizada.

-No Tefy, no corté con Thiago…

-¿Le estás metiendo los cuernos?-Preguntó en susurros acercándose a su amiga para que nadie las escuchara-Vos sos mi mejor amiga, pero B.A no se lo merece.

-¡No Tef! No estoy engañando a nadie con nadie, ni corté, ni nada, Rama es Ramiro Ordóñez, compañero nuestro de la escuela… ¿Te acordás?

De repente en la cabeza de la muchacha más flaca se hizo un clic y un montón de recuerdos pasaron por su mente. ¿Cómo iba a olvidarse de su primer y único amor verdadero? ¿Cómo iba a olvidarse de su amor platónico desde que en Jardín de infantes la había ayudado a levantarse cuando unos compañeros de él la habían empujado, y encima le había preguntado si estaba bien? ¿Cómo iba a olvidarse de los ojos más transparentes que había visto en toda su vida? ¿Cómo iba a olvidarse de la sonrisa más angelical que ya había conocido? ¿Cómo iba a olvidarse del muchacho, un año y medio mayor, que le había robado el pensamiento durante todos sus días de colegio? ¿Cómo iba a olvidarse de Ramiro Ordóñez? Era imposible.

-Palito chino, ¿Estás bien?-Preguntó preocupada su mejor amiga, mientras pasaba una mano por delante de sus ojos, al ver que la castaña estaba como abstraída de la realidad.

-Sí, sí, perdón-Dijo volviendo a la tierra, e intentando esfumar todos los pensamientos de su cabeza-¿Desde cuándo le decís Rama?

-Tomen chicas, acá les dejo la comida-Las interrumpió Sofía, la mesera, apoyando dos platos de comida en la mesa, y dos vasos de gaseosa.-Provecho-Dijo antes de retirarse, a lo que las dos muchachas agradecieron.

-¿Estás celosa?-Dijo Marianella continuando con la conversación, más a modo de afirmación que de pregunta, sonriendo pícaramente.

-¿Yo? ¡Pero por favor! Mirá si voy a estar celosa, es que me pareció extraño que haya tanta confianza…

-¡Me muero! ¡Te sigue gustando!-¿Por qué Marianella la tenía que conocer tanto?-Es que en el cbc tuvimos un montón de materias juntos, además se mudó cerca de casa y es el mejor amigo de Thi, nos cruzamos seguido y nos hicimos muy amigos, pero es todo tuyo, yo estoy feliz con mi pela.

-Te digo que no me gusta Ramiro, solo me pareció extraño, ¿Cuántas veces te lo tengo que repetir?

-Tef, te conozco mucho, demasiado diría yo, y por más que no lo quieras admitir yo sé que te siguen pasando cosas con él.

-Bueno, está bien, me removieron un poquititititititito los sentimientos el hecho de que lo hayas nombrado, pero solo eso, no significa que me guste ni nada… ¿Te acordás cuando en séptimo te pedí que le pusieras la cartita que le había escrito en el libro de Naturales?-Comentó recordando con nostalgia.

-¡Cómo no me voy a acordar de eso! Si me tuviste horas y horas repasando el plan para que todo saliera a la perfección, y al final, ni lo usamos el libro.

-¿La habrá leído alguna vez?

-No sé, ni idea, le pregunto si querés…

-¡Ni se te ocurra!-La interrumpió a los gritos.

-Está bien che, no te enojes, no le digo nada

-Más te vale que no eh… bueno, entonces el sábado paso a buscarte a vos, y me decís cómo llegar a su casa…

-No te conviene, es mejor que pases primero por su casa, es la de rejas negras que siempre nos gustó, que cuando éramos más chicas decíamos que la íbamos a comprar y nos íbamos a ir a vivir juntas…

-¿Pero él ya sabe que lo paso a buscar?-La morocha asintió-Pero ni se debe acordar de mí, mejor te paso a buscar a vos primero.

-No, sí se acuerda de vos bobi, además me pareció que cuando le dije que nos pasabas a buscar el sábado a la una se puso muy feliz.

-Me parece que Martín le puso algo a tu comida o a la gaseosa, porque estás diciendo demasiadas tarad.eces Morcillita, yo mejor me voy, que tengo que terminar de estudiar unos temas, y después tengo que acomodar un par de cosas.

-Claro, escapate cuando quieras eh

-No me estoy escapando, es hora de irme, además si vos no te vas, vas a llegar tarde a tu encuentro con Thiago.

-No, hoy nos encontramos a la noche porque tenía que ir a acompañar al padre a hacer unas entregas, así que podrías dejar el estudio para más tarde y podríamos hacer una salida de amigas que hace mucho no hacemos.

-¡Vos y tus propuestas tentadoras! Subite al auto antes de que me arrepienta.

Estefanía nunca le decía que no a una salida con su mejor amiga, y estaba muy lejos de arrepentirse por aceptar la propuesta, de lo contrario, hubiese ido hasta su casa para pasarse lo que quedaba del día pensando en el rubio pelicorto, muriéndose de ansiedad por volver a verlo, en cambio, pasando toda la tarde con la morocha de baja estatura, los pensamientos sobre Ramiro iban a quedar ocultos por un tiempo, y su mente se iba a mantener despejada.


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El rubio pelicorto había elegido estudiar en la universidad de Filosofía y Letras, aunque en realidad era un músico encubierto. Podía pasar horas y horas con su guitarra, que para él, no habían transcurrido ni dos segundos. Además de la música, tenía una gran debilidad por los nenes chiquitos, y cuando Marianella le había propuesto ir a visitar a los nenes, no había dudado ni dos segundos en anotarse. La idea lo había entusiasmado muchísimo, y mucho más cuando se enteró que iba a volver a ver a Estefanía Rinaldi, hacía mucho tiempo no se encontraba con gente que había compartido con él varios años en la escuela y lo alegraba la idea de poder encontrarse con alguno de ellos, o por lo menos eso era lo que él decía.

La vida de Ramiro no había tenido muchos sobresaltos, siempre había sido muy buen alumno y un hijo del que no se podía decir ninguna queja, amigos tenía muchos, pero los dos que estaban siempre eran Thiago, su primer amigo, y el mejor que había podido tener, y Marianella (desde que habían empezado a cruzarse con frecuencia) se había convertido en una persona muy importante en su vida. En cuanto al tema del amor, no podía quejarse, se había enamorado, y también había sufrido, sí, pero lo justo y necesario, para aprender de sus errores.

Estaba ensimismado, haciendo un par de anotaciones en el cuaderno donde escribía algunas canciones, cuando su celular empezó a vibrar en el bolsillo izquierdo de su pantalón. Vio la pantalla y se dibujó una sonrisa en su rostro, relajando todos los músculos que se habían contraído a causa de la suma concentración que ponía al escribir.

-Hola Mar, ¿Cómo estás?

-Bien, ¿Vos Ramita?

-Todo tranquilo, acá, con la guitarra…

-Parecen marido y mujer en plena luna de miel, no se separan nunca… en fin, escuchame, ya hablé con Tef, el sábado te pasa a buscar a vos tipo una, me pasan a buscar a mí, y vamos, ¿Dale?

-Dale, quedamos así.

-Te dejo que tu amigo hoy está mimoso y quiere que le vaya a hacer compañía mientras mira una película, besote enorme, te quiero.

-Andá, mandale un beso al naipe, yo te quiero más.

Finalizada la conversación telefónica, intentó volver a escribir en su cuaderno, pero el hecho de saber que iba a tener que pasar un rato a solas con Estefanía le había hecho perder, por completo, la concentración, y no entendía por qué.
Intentó mil y un veces retomar la canción que estaba escribiendo, pero tan solo le salían frases aisladas, que cuando decidió releer lo asombraron un poco.

Había empezado escribiendo sobre lo difícil que era la vida cuando los problemas lo superaban, lo complicado que se le hacía pasar de nivel, cambiar las estrategias y aprender de los errores, y después del llamado había empezado a escribir diferentes frases sobre una alegría que lo llenaba y que no entendía de dónde salía, sobre el amor en su forma más pura, sobre el pelo castaño con un par de ondas, sobre una sonrisa de feliz cumpleaños, sobre los cambios en las personas a través del tiempo. La última frase que había escrito decía “¿Seguirá igual?”.

Definitivamente había dejado volar su imaginación, y lo que le había producido alegría era la idea de poder trabajar con un grupo grande de nenes, y haber hablado con su amiga también lo había puesto feliz. Solo eso. Nada más.


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¿Cómo pretendían que siguiera estudiando la historia de vida de Freud si tenía tan solo un día para preparase emocionalmente para encontrarse con el amor de toda su vida? Puso un cd de los Beatles para ver si podía relajarse, pero ni siquiera John Lennon cantando “Across the universe” lograba calmarla.

Suspiró hondo una vez, otra, y otra. Sacudió su cabeza como si de esa manera pudiera alejar todos los pensamientos que tenía en relación al rubio, y poco a poco se fue quedando dormida.

1 comentario:

  1. Primer Comentario:
    No te voy a decir ni ahi que lo acabo de leer y que me re gusto lo que escribiste Luu, estaba mejor lo del otro dia, pero esto me gusto tambien jaja.Va a ser re sorpresa cuando veas mi firma aquii (menos sorpresa Martu...jajaja).
    Que tengas un lindo finde, que la pases super bomba mañana con tus friends.
    Cuidate mucho y te recomiendo ponertte MUCHO Off cada dos o trees horas porque hay mucho dengue dando vueltas jajaja.
    Gracias por estar cada vez que me pasa algo y necesito descargarme con algo, gracias de todo corazon.
    Ya sabes (o no) lo MUCHO que te quiero Luanita Forgan!
    Beso grande

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