martes, 5 de enero de 2010

Mover el cuerpo y nunca parar

Volví a hablar con el niño bailarín. No es que hayamos perdido el contacto por completo, sino que por cuestiones de tiempo, las conversaciones se volvían mucho más cortas que antes. Aunque, hay que admitir que, con el niño bailarín nunca se sabe en lo que puede terminar la conversación, y a veces las charlas pierden el sentido por completo.
Una vez me confesó, que estaba triste porque tenía problemas amorosos, en el que estaba involucrada su novia... pero también estaba involucrada yo. Después apareció felizmente arreglado con la chica de sus sueños, diciéndome que soñaba con volverse millonario para poder hacerla feliz, y poder regalarle cosas todos los días.
Otro día, me contó que la extrañaba horrores y que se moría por ir a buscarla a la costa atlántica, pero no le alcanzaba la plata para ir antes de tiempo. Después de un fin de semana que pasó con ella, volvió completamente renovado, enérgico y feliz.
Seguimos hablando. Me dijo que yo no podía enamorarme de cualquiera. Me dijo que me merecía un príncipe salido de un cuento de Disney (aunque eso ya lo había puesto), y que él me iba a ayudar a encontrarlo, me afirmó que yo era como la de Encantada. Prometió regalarme un vestido de princesa, y me dijo que su hija iba a llevar mi nombre.
Yo sé que Billy Elliot está un poco loco, rompe todos los estereotipos que uno se puede hacer de una persona, que cambia de look como de bóxers, y que para la mayoría gente puede ser una persona muy muy extraña, pero para mí, el niño bailarín no es así. Para mí, Billy Elliot es un corazón con patas, y si la gente lo conociera de verdad pensaría como yo.
¿Por qué no hay más niños bailarines en el mundo?

(Sé que con esta entrada mutilé la historia de Billy, pero la quería subir)

1 comentario:

  1. Yo digo que ninguna persona normal puede zafar de los encatamientos de Billy ;)

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