sábado, 26 de diciembre de 2009

Mi sol personal

Desde el 12 de marzo de 20002 se había vuelto una costumbre en mí, levantarme, con una sonrisa radiante y un humor increíble, para ir a la escuela. Todo había empezado una mañana soleada, en la que la profesora de mi último grado de la primaria anunciaba la llegada de una nueva compañera, que se integraría a nuestro curso: Sol Rivarola. En ese momento era petisa, de los ojos color miel más lindos que había visto en toda mi vida y que miraban de una manera especial, era como si mirasen más profundo. Había llegado a mi vida en un momento en el que, a pesar de mi corta edad, sentía que todo lo que me pasaba alrededor era malo, mis padres se habían separado de la peor forma posible, había empezado a irme mal en la escuela, y algunas veces mis compañeros no me dirigían la palabra, y si lo hacían era para burlarse, pero ella había llegado y había iluminado mi vida, ella era mi cielo despejado cuando todo lo demás parecía ser la noche más oscura, ella era mi sol, ante tantas nubes de tormenta. Sol Rivarola, popularmente conocida como mi mejor amiga, pero en mi intimidad, cuando estaba solo con mis pensamientos, Sol se volvía la mujer de mi vida.

Debía ser el único chico sobre la faz de la tierra que se levantaba con ánimos de empezar el día a las seis y media de la mañana, de lunes a viernes, pero eso era gracias a ella. Gracias a ella y a su casa a dos puertas de la mía. Gracias a ella y sus padres sin auto disponible para llevarla a esa hora a la escuela. Gracias a ella y a sus abrazos matutinos. Gracias a ella y los besos ruidosos en la mejilla que me hacían morirme y volver a vivir, por más cursi que suene, eso era lo que sentía. Gracias a ella y a su perfume que era el aire más puro y perfecto que podrían aspirar mis pulmones. Gracias a ella y su sonrisa que me dejaba obnubilado, enceguecido, encandilado. Toda mi vida le iba a estar eternamente agradecido.

En un principio, nuestra relación no iba más allá de un saludo por cortesía, para mí eso era suficiente para que mi día se iluminara, pero todo eso cambió el día en el que la profesora titular de nuestro curso decidiera que hiciéramos un trabajo para conocernos mejor. No me acuerdo muy bien la consigna, era algo sobre pasar tiempo juntos y después entregar un trabajo escrito sobre lo que habíamos aprendido del otro, pero el momento en el que anunció las parejas me lo acuerdo a la perfección.


Flash Back


Todos mis compañeros estaban cuchicheando en voz baja, mientras la profesora pedía silencio, yo, como de costumbre no hablaba con nadie, por momentos me sentía un inadaptado social, pero fuera de mi curso sí había gente con la que hablaba y eran grandes amigos míos, haciendo que la jornada escolar no fuera tan tediosa.

-Bueno chicos, ahora en serio, quédense en silencio que voy a decir los nombres de las parejas y no los voy a repetir.-La verdad estaba resignado, con la suerte que venía teniendo, seguro me tocaba alguno de los chicos con los que menos me llevaba, pero de cualquier manera iba a tener que hacer el trabajo, así que en vez de dejar volar a mi imaginación, tenía que concentrarme en lo que decía la profesora, porque ya había pasado la mitad del curso, y se acercaba mi nombre.-Josefina y Esteban… Sol y Francisco…

-¿Cómo?-Sí, lo había dicho en voz suficientemente alta como para que la profesora lo escuchara y me retara por decir que no prestaba atención y lo repitió una vez más “Sol y Francisco” Sonaba tan bien, y al mismo tiempo tan imposible.

Por un momento pensé que la profesora había sido una enviada del Señor para interponerse en mi camino, también se me ocurrió pensar que todo era una mala broma, o que estaba soñando, pero cuando giré mi cabeza, la vi acercándose a mi banco, era real, ella estaba ahí, al lado mío, sentí su perfume apoderándose del ambiente y sentí cómo mi corazón se disparaba a una velocidad que desconocía por completo. Escuché su voz y creí que un ángel estaba cantándome.

-Fran…-Dijo con un poco de incertidumbre, nunca me había llamado de esa manera, y supongo que no estaba muy segura de que yo lo aprobara. Por un momento pensé que mi nombre era mil veces más lindo pronunciado por ella - ¿Qué te parece si nos juntamos el viernes a la tarde?

-Eh… bueno… dale-contesté completamente nervioso, la sola idea de pasar un rato a solas con ella hacía que se me formara un nudo en el medio del estómago.


Fin del Flash Back


A partir de ese viernes, y de un diez en el trabajo, nos volvimos inseparables. Íbamos juntos a todos lados, cuando no era por decisión propia, era porque nuestros padres, que ya se habían hecho grandes amigos, habían arreglado todo. Solían decirnos que parecíamos hermanos, y algunos hasta creían que éramos una pareja, ¿Pero a quién en su sano juicio se le ocurriría pensar que una chica tan perfecta como ella saldría con un don nadie como yo? Ya era demasiado que quisiera ser mi amiga, y aún más que sea la mejor de las mejores. Sí, tenía el autoestima demasiado bajo, pero era algo con lo que yo había aprendido a lidiar, y estaba bien viviendo de esa manera.

Me acuerdo que las últimas vacaciones, no las habíamos pasado juntos, sus padres habían decidido viajar al caribe, y ella se había ido con ellos, pero aún así nos hablábamos todos los días. Había llegado el primer día, nuestro último primer día, de nuestro último año de secundaria, había llegado el día del reencuentro, porque por diferentes motivos no nos habíamos podido ver desde su llegada.

Realmente me llevé una gran sorpresa cuando la vi con el uniforme. Esa había dejado de ser mi Solcito, y se había convertido en Sol, la mujer con la que siempre soñé. Estaba más alta, más morena, y si era posible, más bella todavía.

Bajé del auto para abrazarla, con la misma emoción con la que ella me esperaba en la vereda, y como si fuera poco, en la radio del auto se podía escuchar “Here comes the sun” entonada por los Beatles. El abrazo se prolongó durante unos minutos, en los que ella no paraba de decirme lo mucho que me había extrañado y yo no podía sentirme más dichoso. Besé su cabeza, como solía hacerlo, y ella se puso en puntitas de pie para alcanzar mi mejilla. Ella había crecido, pero yo también estaba un poco más alto, motivo por el cual no lograba alcanzar mi mejilla. Nos subimos al auto y durante todo el trayecto estuvo contándome anécdotas del viaje. Al llegar a la escuela, entramos abrazados, y pude sentir cómo varias miradas, sobre todo la de los varones, se posaban sobre mi amiga y no pude evitar tensarme.

Esquivamos a varios babosos que no dejaban de mirarla y pensé que, descontando ese momento, nada podía arruinar el día, pero me equivoqué. Estaba muy equivocado. Recuerdo el momento a la perfección.


Flash Back


-Ay Fran…-Suspiró con una sonrisa mientras se sentaba a mi lado. A la mañana había notado algo raro en sus ojos, un brillo especial al que no le di importancia, pensando en que debía ser parte de su cambio, pero no me imaginaba ni por casualidad la noticia que se me venía encima.

-Ay Sol…-Respondí-¿Qué me tenés que decir?-La conocía demasiado, incluso mejor que a la palma de mi mano, y sabía que cuando suspiraba diciendo mi nombre era porque algo ocultaba.

-Me parece que me enamoré-Soltó de una sola vez, sin anestesia, y a mí me cayó como un balde de agua fría. El dolor desgarrador que sentí al escuchar esas palabras me desarmó por completo, así y todo le mostré mi mejor sonrisa incitándola a que me contara más. Era un tarado. Un tarado y masoquista.-Se llama Simón, lo conocí allá y fue amor a primera vista, es medio payaso, pero es sumamente romántico y siento que está tan enganchado como yo…-Me contaba irradiando felicidad.

-Me alegro un montón princesita-Contesté con verdadera alegría mientras la abrazaba, ella era una princesa y se merecía al mejor de los príncipes, y no a un sapo como yo.-Pero después lo quiero conocer, no puedo aceptar que mi hermanita ande con un cualquiera eh…

Si antes había dicho que era masoquista me quedé corto. Era mega masoquista, pero mi amor por ella era tan grande que el verla feliz me hacía feliz a mí.

-Obvio que vas a hacer el primero en conocerlo-Me aseguró emocionada.


Fin del Flash Back


Ya estábamos en el 2009 y su relación con Simón era más que formal. Llevaban dos años de novios, y un par de meses más juntos. Como frutilla de la torta, Simón se había hecho un gran amigo mío, y yo seguía lastimándome. Sol se empecinaba en que tenía que conocer alguna chica que me volara la cabeza, pero ella no tenía ni la menor idea de que, para mí, no había otra chica que no fuera ella. Que le había entregado en bandeja mi corazón, esa mañana de noviembre en el que se convirtió en la nueva del curso, y que podía hacer lo que quisiera con él, porque le pertenecía.

Mi corazón era suyo, completamente, y el de ella solo tenía un pequeño espacio para mí, pero con eso me alcanzaba y me sobraba. Me aniquilaba la idea de saber que mi amor no era correspondido, pero más me aterraba la idea de confesarle todo lo que sentía y nuestra relación se deteriorara. No podría vivir con eso. No podría continuar viviendo sin ella a mi lado, aunque sea a modo de hermana postiza o mejor amiga, por el simple hecho de que mis días se verían llenos de nada. Ella era todo para mí.


Si ella era feliz, yo era feliz.

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